Crítica Luis Lama I (1998) – Spanish

Pedro Peschiera

En medio de la cantidad de exposiciones internacionales, en nuestro medio destaca nítidamente la muestra del peruano Pedro Peschiera. Residente en Suiza durante largos años, Peschiera hace su primera individual en el Perú y su muestra no debe pasar desapercibida por aquellos que aman la buena pintura.

En momentos en que el gusto oscila entre la exacerbación expresionista y las pinceladas de Cezanne, Peschiera vuelve – como tres décadas atrás Tilsa lo hiciera – a recordarnos que existe la posibilidad de un arte erudito en el cual se unía la pasión y la reflexión, la formidable factura y la ebullición.

Para su imaginería Peschiera se remonta a la edad media y toma la arquitectura como fachadas y pozos para hacer referencia a la religión y al vacío. Y la primera impresión que se tiene ante esta obra es la de una geometría sensibilizada por el color y, paulatinamente vemos como toda la superficie que nos va seduciendo, invitándonos a la meditación en torno a los puntos de color, a las pequeñas pinceladas que los cubren, en suma a esa fina piel, producto de la témpera al huevo.

Al final, el espectador podrá deducir que pocas veces un artista ha podido decir tanto sobre el arte, con tanta economía de los elementos.

Ocurre que el arte de Peschiera es un arte de contradicciones. En su obra la sensualidad pictórica es puesta a disposición de una iconografía de extrema austeridad en la cual nada, absolutamente nada, aparenta estar en exceso.

Porque ante Peschiera nos encontramos ante un pintor sin concesiones cuyo mayor placer radica en el acto mismo de pintar.

Los grabados bien pudieran considerarse la versión gráfica de su labor pictórica. De nuevo se repiten los pozos, pero esta vez son las tramas de letras de distinto espesor las que configuran las formas sobre las cuales el artista va aplicando color, para permitir de este modo ese sutil enriquecimiento de la superficie. Los pequeños formatos no coloreados, en cambio, son casi un tallado sobre el papel, una suerte de relieve donde el racionalismo de Peschiera luce extremo por la severidad de su planteamiento.

La muestra de Peschiera es un encuentro auspicioso porque él nos ha hecho comprender que siempre será posible una renovación para la pintura. Por eso, la mayor lección que obtenemos de su extraordinaria exposición es que muchos, como nosotros, que creíamos que poco queda para aportar en la pintura, todavía somos capaces de emocionarnos ante una obra como ésta.

Luis Lama Revista
Careta Octubre 1998

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